… y todo empezó con una rinitis, nada especial (aunque hace rato no me daba). Era el lunes festivo en la tarde, después de un día entero de locha y bastante calor. No le di importancia y me fui a dormir. Al otro día (en el que amaneció lloviendo, por cierto) me desperté indispuesto, pero igual fui a trabajar… fue ese día que me di cuenta que efectivamente era de esas gripas que daban con todos los juguetes: fiebre, dolor de cabeza y cuerpo, congestión nasal y tos.
Y sí, como buen hombre, una gripa se siente como si fuese una enfermedad terminal 😀 (aunque en mi caso he ido a trabajar normal, eso sí fuera del aire acondicionado)… pero ese no es el tema principal del post. Son momentos como estos en los que esperas que las personas que consideras especiales/cercanas estén pendientes de ti, y bueh… más allá de la familia (que nunca falla, por supuesto), la semana ha pasado con poco más que un par de saludos y frases de cajón. Sin embargo, una amiga me vio tan indispuesto que el jueves en la noche me preguntó por WhatsApp cómo seguía (en ese momento tenía fiebre y malestar), me ofreció un remedio casero familiar, me compró los ingredientes, me los llevó al otro día a la universidad y ha estado pendiente de que lo haga (son tres días) y de cómo he seguido (incluso incluyó un acetaminofén y un antihistamínico). Más allá de la efectividad del remedio (al cual le he tenido mucha fe y me ha sentado muy bien hasta ahora), es la intención y preocupación por uno.
Son de esos bonitos gestos que te animan y alegran la semana. Supongo que eso necesitaba para que empezara a mejorarme 🙂 ¡Gracias, gracias!
– Andrés M.
PD: Ese medicamento Renikan también ha sido muy bueno, ¡gracias J por la recomendación!